El plan de acción para la transición energética en Francia


El plan de acción para la transición energética en Francia está listo. El Ministerio para la Transición Ecológica y Solidaria (Ministère de la Transition écologique et solidaire) ha presentado un plan energético de 10 años (PPE, Programmation pluriannuelle de l’énergie), que establece una hoja de ruta clara para descarbonizar el sector energético.

El cambio climático, la contaminación, la eliminación de residuos y la seguridad son algunas de las consecuencias de los sistemas de energía no renovable. Durante años, el desarrollo económico se ha visto impulsado por el uso predominante de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo, el gas y también la energía nuclear. Si este ha sido el precio que los gobiernos tuvieron que pagar para asegurar el crecimiento de las economías, los efectos negativos de los sistemas de energía no renovable han ido más allá de un punto de no retorno. Por lo tanto, una de las prioridades de las políticas ambientales es tomar medidas para diversificar la combinación de energía e instalar sistemas de suministro de energía más seguros, más limpios y más sostenibles.

Con respecto a las energías renovables, el gobierno espera duplicar la capacidad de energía instalada y alcanzar 102-113 GW. Además se ha establecido un objetivo intermedio: 74 GW en 2023, que correspondería a un aumento del 50% en comparación con 2017. El objetivo es avanzar hacia la neutralidad de carbono para 2050.

Francia promete reducir a la mitad la producción de energía nuclear para 2035. Se espera un cierre gradual de 14 reactores de 900 MW para el verano de 2020.

Las emisiones de gases de efecto invernadero deberán reducirse en un 30% en comparación con 2016 y alcanzar los 322 millones de toneladas de CO2. Las plantas de carbón se cerrarán en 2022.

El biogás también juega un papel importante en el plan francés; una de las estrategias del gobierno es aumentar su producción en un 55%.

Los vehículos eléctricos serán el futuro de la industria del transporte. El plan prevé un veto en la venta de automóviles con motores de combustión interna para el año 2040.

Para fomentar la transición, el sector energético francés se beneficiará de un apoyo financiero de entre 7 y 8 mil millones de euros al año.

El gobierno también ha lanzado un importante plan de inversión (The Big Investment Plan 2018-2022) por valor de 57 mil millones de euros, que se implementará en los próximos cinco años. Uno de los principales objetivos de este plan es establecer la neutralidad de carbono. Como la construcción representa el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el objetivo es mejorar la eficiencia energética de las viviendas para hogares de bajos ingresos y edificios públicos. Además, se asignarán 4 mil millones de euros para desarrollar nuevas formas de movilidad (uso compartido de vehículos, transporte “suave”, movilidad eléctrica y automóviles sin conductor) y mejorar la movilidad de los ciudadanos.

En línea con el Acuerdo de París, el Presidente, Emmanuel Macron, y el Ministro de Transición Ecológica y Solidaria, Nicolas Hulot, confirman su compromiso con la transición energética.

El Programa Plurianual de Energía define la trayectoria a seguir en los próximos diez años y los desafíos para abordar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la lucha contra el cambio climático, mejorar la calidad del aire para reducir el número de muertes por contaminación del aire, establecer un nuevo poder geopolítico para ya no dependerá de la fluctuación en el precio del petróleo mientras se asegura una transición energética justa y clara para todos.

Según un informe del Foro Económico Mundial, acelerar la transición energética requerirá una acción coordinada en todos los sistemas económicos, tecnológicos y sociopolíticos. El acceso a la energía está en el corazón del desarrollo económico; las economías modernas requerirán una diversificación económica para los sectores de la industria que consumen menos energía, la eficiencia energética en los procesos de producción y una mayor cooperación entre los países desarrollados y en desarrollo para la transferencia de tecnología y la creación de capacidad. Además, los gobiernos deben fomentar políticas e incentivos para implementar nuevas tecnologías bajas en carbono a un ritmo más rápido e involucrar a los consumidores para facilitar la adopción. Desde un punto de vista sociopolítico, el plan de transición debe tener en cuenta las preocupaciones de las comunidades que dependen de la extracción de combustibles fósiles.

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